¿Por donde empezar?
Pues no necesariamente por el principio, para variar un poco. Como no sé de lo que va a hablar el piloto de helicópteros en miniatura, voy a elegir lo que mas me ha gustado. Tenéis tres opciones:
A) Tiburones ballena B)luciérnagas del río Donsol D)Cuevas de Murciélagos
No tuvimos tiempo de ver los murciélagos, llegamos muy justos de tiempo a Legazpi y como que lo de los transportes, ya os lo conocéis… Si no tienes entre 6 u ocho horas para llegar a un sitio, NO VAYAS! Nos lo apuntamos para la próxima vez.
Pues por un lado, los tiburones ballena nos dejaron cierta anatomía de corbata: que bichos mas grandes! Y además es que no te los esperas, el agua esta turbia y de repente, unas manchitas blancas se convierten en un ballenato (con mas forma de tiburón que de otra cosa) acojonante con sus rémoras y todo. A lo de acojonante, único, enorme e IM PREZIONANTE (como dijo el poeta) añadimos “FUGAZ”, y es que a estos bichos no les gusta demasiado nuestra compañía y se piran cagando leches!!!! Esos si que saben lo que les conviene, durante años, la zona de Bicol ha vivido de la pesca de estos animalillos hasta darse cuenta de que los turistas pagan mas por ellos vivos que en al Pil-pil.
Por supuesto que los “butandines” nos dejaron sin aliento para un buen rato, pero aun nos quedaba una pequeña sorpresa. A la puesta de sol, una bangka motorizada guiada por jovencísimo patrón de barco. No quiero sacar conclusiones precipitadas sobre una sociedad tan complicada como la filipina, aunque por lo que vemos cada día, los niños aquí se convierten en hombres cuando las circunstancias lo exigen, y eso, a menudo, es bastante pronto. Los pequeños pinoys de dos o tres años acompañan a sus mayores en las carreras en tricycle con la maestría digna de un piloto de formula uno. Asi que no es de extrañar que un chico de apenas catorce nos llevara en un paseo nocturno por la bahía de Donsol. Las casas de pescadores se distinguen gracias a la luz de las hogueras, las familias cenan reunidas y reina una calma difícil de relacionar, a primera vista, con el jolgorio propio de los pinoys. A medida que la bangka se acerca a la vera del río, el vago resplandor que distinguimos en las copas de los árboles se va convirtiendo en una serie incontable de lucecillas parpadeantes que transforman de manera mágica y surrealista el paisaje nocturno, cual hormigas atareadas por no perderse la pista unas a otras, cientos de luciérnagas iluminan las copas de los árboles. Nuestro bangkero nos lleva a las ramas mas bajas, las remueve y jugamos con las ‘fire flies’ (moscas de fuego) como niños juegan con pompas de jabón. Se posan sobre manos, brazos, espalda, pelo y calva!!!!! In cre í ble ble ble. Lastima no poder llevarnos ninguna con nosotros, pero como todas las cosas extraordinarias pertenecen a un lugar. Si queréis flipar con las luciérnagas, tendréis que venir!!!!
A) Tiburones ballena B)luciérnagas del río Donsol D)Cuevas de Murciélagos
No tuvimos tiempo de ver los murciélagos, llegamos muy justos de tiempo a Legazpi y como que lo de los transportes, ya os lo conocéis… Si no tienes entre 6 u ocho horas para llegar a un sitio, NO VAYAS! Nos lo apuntamos para la próxima vez.
Pues por un lado, los tiburones ballena nos dejaron cierta anatomía de corbata: que bichos mas grandes! Y además es que no te los esperas, el agua esta turbia y de repente, unas manchitas blancas se convierten en un ballenato (con mas forma de tiburón que de otra cosa) acojonante con sus rémoras y todo. A lo de acojonante, único, enorme e IM PREZIONANTE (como dijo el poeta) añadimos “FUGAZ”, y es que a estos bichos no les gusta demasiado nuestra compañía y se piran cagando leches!!!! Esos si que saben lo que les conviene, durante años, la zona de Bicol ha vivido de la pesca de estos animalillos hasta darse cuenta de que los turistas pagan mas por ellos vivos que en al Pil-pil.
Por supuesto que los “butandines” nos dejaron sin aliento para un buen rato, pero aun nos quedaba una pequeña sorpresa. A la puesta de sol, una bangka motorizada guiada por jovencísimo patrón de barco. No quiero sacar conclusiones precipitadas sobre una sociedad tan complicada como la filipina, aunque por lo que vemos cada día, los niños aquí se convierten en hombres cuando las circunstancias lo exigen, y eso, a menudo, es bastante pronto. Los pequeños pinoys de dos o tres años acompañan a sus mayores en las carreras en tricycle con la maestría digna de un piloto de formula uno. Asi que no es de extrañar que un chico de apenas catorce nos llevara en un paseo nocturno por la bahía de Donsol. Las casas de pescadores se distinguen gracias a la luz de las hogueras, las familias cenan reunidas y reina una calma difícil de relacionar, a primera vista, con el jolgorio propio de los pinoys. A medida que la bangka se acerca a la vera del río, el vago resplandor que distinguimos en las copas de los árboles se va convirtiendo en una serie incontable de lucecillas parpadeantes que transforman de manera mágica y surrealista el paisaje nocturno, cual hormigas atareadas por no perderse la pista unas a otras, cientos de luciérnagas iluminan las copas de los árboles. Nuestro bangkero nos lleva a las ramas mas bajas, las remueve y jugamos con las ‘fire flies’ (moscas de fuego) como niños juegan con pompas de jabón. Se posan sobre manos, brazos, espalda, pelo y calva!!!!! In cre í ble ble ble. Lastima no poder llevarnos ninguna con nosotros, pero como todas las cosas extraordinarias pertenecen a un lugar. Si queréis flipar con las luciérnagas, tendréis que venir!!!!
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